Lo que cae mal es que apoye a ciertas personas con su quezque mente crítica:
En una serie de fotografías en blanco y negro con titulo Mal-Hitos, Melissa Arreola yuxtapone el objeto original con el falsificado, en una especie de ficha fotográfica que expresa su culpabilidad de secuestro de identidad. Aun se hacen pasar por monumentos que por décadas adquirieron un profundo simbolismo en sus distintos ambientes culturales, reafirman el anhelo que tienen Tijuana por un pasado y su deseo por artefactos urbanos. Su única culpa, dentro de su corta y dislocada vida, es ser parte de una simulada memoria colectiva.Venga, mass production no es novedad en Tijuana. El concepto está trillado y sólo agrega al disco rayado la incesante verdad que ya ha sido discutida por otros. Escucharlo una vez está bien, es la verdad. Pero que vengan con que es novedad eso ya es querer verle la cara a alguien. No hay nada nuevo en está verdad y ni siquiera se produce algo interesante (modern de perdis, pero no, nada, ni siquiera postmodern). Al sólo ver y leer la narrativa que va con las imágenes es nauseabundo, causa malestar físico, estomacal. Quizá si hubiere dejado las imágenes por si sólas, que el espectador llegara a sus propias conclusiones que el espectador con lo que ya sabe de Tijuana sacará sus propias ideas, que no hubiere venido con sus putos cuentos de que el tijuanense, su huella, la ciudad, es una mala ficha mass produced, pero no, te lo tienen que contar de nuevo, pendejo, estupido, inutil ¿qué no ves mi rollo naco?
Guacatelas, esperemos que Generica no vuelva a cometer el mismo error de apoyar el mal kitsch, or maybe that was the whole point of it. Si no, que se salga de Tijuana otra vez, Enland awaits darling, porque a lo mejor ya se contaminó, de los filosofos de la maldad y su ponti-fece mayor Heriberto Yépez.
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