No me la hagas de tos, sí he estado escribiendo, sin embargo, lo hago en otros idiomas. Es una lástima enorme que no sea un perro monolingüe ya que así me evitaría estos achaques de mea culpa ex abrupto en mi diario devenir iberoaméricano gringo nórdico whatnot.
He perdido peso, ha ser verdad no cualquier cantidad pero lo suficiente como para alterar el ego. Un kilo y algo, antes me quejaba de los 4 fantásticos en mis 94 kilitos y ahora, cada que me subo a la pesa oscilo entre los 91 no-me-atrevo-a-creerlos- y algo y los 93. Optimisticamente diría 93 y un buen día 92. Pero todo tiene su explicación, hemos quitado la cocina de la casa y eso ha hecho las visitas al refri cada día menos frecuentes, pero ¡chin! estamos por terminar de remodelar la cocina lo cual indica que pronto regresaré a los 4 fántasticos, ¿o sí? Han sido semanas de tortura a ser francos, a ver como nos va, pero algo habrá que hacer para mantener la línea.
Y así, la vida prosigue involuntariamente en este rincón nórdico. He estado en Estocolmo y me doy cuenta cuan gran diferencia en mentalidad hay entre los pueblos chicos y las grandes ciudades en Suecia. Aquí en este infierno grande de mi pueblo no hay manera de ser y en Estocolmo existen mil y unas y ni quién diga pío al respecto. Esta última vez que estuve en Estocolmo me sorprendió la manera tan abierta y libre que el gobierno tiene sus instituciones ante la gente. Hay tanta libertad que se respira una profunda tranquilad entre la población, creo que eso se le llama discreción, democracia y cero necesidad de ser prepotentes.
Empecé a leer otro libro, creo que tengo bastantes empezados, pero por eso de que tres tomos me tienen por los huevos por eso de un examen, no he podido disfrutar de lectura al pleno, así que compré uno nuevo, nada más para torcer la tuerca de la literatura un poco más. Luego contaré al respecto pero aquí lo que importa es que en estos días tendré una recensión de un libro de una chica del municipio en donde vivo acá en Suecia y de cómo un viejo ardido del municipio le quiere tumbar la luz de los reflectores a esta joven debutante en la literatura.
política, newspapers, periodicos
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27 de octubre de 2007
1 de agosto de 2007
Dear Richard Simmons
Hoy fue mal día para la dieta.
No es que halla sido un rebelde contra mi mismo y mis 'ideales' corporales, sino ese ideal que tengo de no subir de peso por no querer tener barriga. Porque según eso, mi mejor amigo dice que no estoy gordo, dice que estoy pansón, por eso lo estimo al güey, siempre dándome por mi lado más flaco.
Tengo varios años sintiéndome gordo.
Checo sitios de 'ideal weight' occidentales y me ellos me bajan, de perdida, el autoestima porque al recibir los resultados de mi consulta resulto ser todo un eslabón de la epidemia en vogue del occidente, un obeso. Aunque para ser francos, eso sólo suele ser en sitios que utilizan algún vestigio de la raíz germánica, como el inglés o el sueco. No he visto mucho sitios en la red hispana que se dediquen a dar consultas sobre el 'peso ideal' al menos que se trata de alguna mamada política de México como tampoco he buscado en español eso del peso ideal en uno. Estuviere en Italia la cosa sería diferente. A mi edad, no sé ni porqué me preocupa estar un poco de sobrepeso, y ese 'poco', es una manita en la espalda de mi parte hacia mi por sentirme mejor de mi cuerpo, porque la verdad, no sé ni qué creer ya. Decía, estuviere en Italia, por ejemplo, la cosa sería diferente, porque ahí, tener el cuerpo que poseo es seña de bienestar económico. En el África, ni se diga, de seguro sería otro ideal del cual ni siquiera estoy interesado en saber por ese pudor que todo buen Occidental sostiene sobre África.
Y es que me chingué más comida de la que suelo acostumbrar a comer aparte de las birrias que me chingo de harina y egg y ni siquiera es día festivo para amortiguar el impacto del pecado mortal llamado como Gula, aunque esta gula fue un tanto light pues no comí hasta saciarme sino hasta sentirme culpable de haber comido de más.
Estoy consciente que la cerveza es la que no me hace perder esos 4 kilos que me molestan como una espiga en el ojo, y lástima que no conozca un obeso de verdad porque jode, le vería entonces el barrote en su ojo y mi espiga sería un Sequoia tree jodiéndome el consciente en vez de la mugre espiga que acabo de utilizar como metáfora para describir lo último.
Por estos días ansío si tan sólo pesar 90 kilos en vez de los 94 que me chingan día y noche chingaquedito, hacerles caso a esos 4 cabrones y estaría ya rentando todo lo que Richard Simmons me dijo en los 80's mas que al cual hice caso omiso y miramón, en la situación en la que me encuentro hoy.
En fin, mañana será otro día para la dieta.
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