A decir verdad tenía mucho que no disponía de tiempo para leer literatura sueca, pero por estos días me he dispuesto a cambiar la situación en que tengo al idioma sueco dentro de mi repertorio lingüístico. Recordemos que tengo un blog en sueco y ahí suelo de vez en cuando escribir para no dejar que el idioma se llene de moho por eso del uso infrecuente tanto en el diario parlar como el escrito. Por otro lado, se me imposibilita no leer el sueco por eso de mi situación, aquí hago vida ergo las noticias del pueblo le afectan a uno y por ende revisó periódicos suecos con una frecuencia regulada que se puede clasificar no ya como diaria mas sí bajo los términos de un sistema regulado.
Es por eso que el año nuevo trae consigo varios libros suecos, uno del cual no hablaré puesto que tengo planes para él en un post más adelante, esperemos no muy lejano y otro, que a modo de audio entró hoy en mi vida de manera inesperada.
Después de haber escuchado el audio-libro de Dostoevsky las ganas de escuchar otro libro se me habían aplacado, simplemente no me entraron las ganas y como dice Mayra Luna: Quien lee [escucha] porque debe hacerlo pierde el sentido de la lectura.
Tenía ya de hace días listo mi siguiente libro a escuchar. Mas las ganas de meterme a la cabeza otro libro me quitaba las ganas de encima.
Hoy lo escuché. Tenía que esperar un bus debido a contratiempos que no valen la pena detallar aquí porque son de pura mala vibra y como dicen los gabachos: every cloud has a silver lining. Y válgame que si estaba lloviendo. Muy a pesar de que mi raite me falló, el caminar entre la lluvia de Enero fue un tanto refrescante, por estos días no hace ese frío gélido que suele marcar las tierras nórdicos por estos días otoñales, mas por eso no quiere decir que no sentí todo el esplendor que una temperatura de hielos me refrescara la frente del nopal con su helado refrescor amén del agua que hacía de las suyas en mis entradas de calvo.
Así comencé a escuchar los primeros 5 capítulos de la novela del escritor sueco David Lagercrantz titulada Himmel över Everest. Para ser franco tenía bastantito que no leía literatura sueca, desde que terminé mis estudios básicos de sueco A y B en la misma escuela que ahora doy clases de inglés y de español. En aquellos entonces se me fue obligatorio leer varios libros, uno del autor Theodor Kallifatides y otro Nilsson, Johanna. Desde entonces no me puse a leer mucho sobre otros autores mas que los obligatorios, como Strindberg, Lars Norén o Selma Lagerlöf. No, no estoy presumiendo de que he leído autores suecos o muchos más que tu lector, sino al contrario, quiero utilizar esto de fondo para contextualizar lo que estoy a punto de escribir, no por satisfacer tus ciegas emociones, oh querido lector, sino para clarificar las mías.
En primer lugar, al escuchar la narración del audio, lo primero que se me vino a mente fue mi clásica esperanza al escoger el susodicho audio: la promesa de un libro bien escrito bajo buena investigación. El tópico de montañismo requiere de estudios porque no es nada más de escribir una novela sobre alpinismo sin antes saber algo al respecto, pues nada, que los primeros 5 capítulos no decepcionan. El escritor ha hecho su trabajo. Lo segundo son mis reacciones como inmigrante. Mantengo una posición de confrontación al sueco, soy de la opinión de que el sueco es un idioma que desdeña su pasado, ese es y ha sido mi peor criticismo del sueco, no saben apreciar su pasado lingüístico y eso hace que hagan de menos a un vocabulario considerado viejo y arcaico, algo así como cuando los españoles escuchan a los mexicanos usar palabras como haiga, mesmo, traiba o ansina en su reperterio lingüístico. Lo desconocen. Mas hay que tener en claro que mi crítica es que no lo usen en el diario devenir del sueco. Otra observación interesante es que las vigencias están sintonizadas al modo actual de ser del sueco.
Los suecos, como cualquier otro grupo social, tienen sus códigos sociales y estos los siguen al pie de la letra. En este audio, ver esos cambalaches de poder entre los entes sociales ha sido algo sorprendente. Siento cada momento que escucho en carne propia.
sueco, Suecia, Literatura
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