Amigos nuestros,
escuchadlo:
que nadie viva con presunción de realiza.
El furor, las disputas
sean olvidadas,
desaparezcan
en buena hora sobre la tierra.
También a mí solo,
hace poco me decían,
los que están en juego de pelota,
decían, murmuraban:
¿Es posible obrar humanamente?
¿Es posible actuar con discreción?
Yo sólo me conozco a mí mismo.
Todos decían eso,
pero nadie dice la verdad en la tierra.
Se extiende la niebla,
resuenan las caracoles,
por encima de mí y de la tierra entera.
Llueven las flores, se entrelazan, hacen giros,
vienen a dar alegría sobre la tierra.
Es en verdad, tal vez como en su casa,
obra nuestro padre,
tal vez como plumajes de quetzal en tiempo de verdor,
con flores se matiza,
aquí sobre la tierra está el Dador de vida.
En el lugar donde suenan los tambores preciosos,
donde se hacen oír las bellas flautas,
del dios precioso, del dueño del cielo
collares de plumas rojas
sobre la tierra se estremecen
Envuelve la niebla los cantos del escudo,
sobre la tierra cae lluvia de dardos,
con ellos se obscurece el color de todas las flores,
hay truenos en el cielo.
Con escudos de oro
allá se hace la danza.
Yo sólo digo,
Yo, Cacamatzin,
Ahora sólo me acuerdo
Del señor Nezahualpilli.
¿Acaso allá se ven,
acaso allá dialogan
él y Nezahualcóyotl
en el lugar de los atabales?
Yo de ellos me acuerdo.
¿Quién en verdad no tendrá que ir allá?
¿Si es jade, si es oro,
acaso no tendrá que ir allá?
¿Soy yo acaso escudo de turquesas,
una vez más cual mosaico volverá a ser incrustado?
¿Volveré a salir sobre la tierra?
¿Con mantas finas seré amortajado?
Todavía sobre la tierra, cerca del lugar de los atabales,
de ellos yo me acuerdo.
CANTARES TRISTES DE LA CONQUISTA
Se ha perdido el pueblo mexica
El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco.
Por agua se fueron ya los mexicanos; semejan mujeres; la huida es general.
¿Adonde vamos?, ¡oh amigos! Luego ¿fue verdad?
Ya abandonan la ciudad de México:
el humo se está levantando; la niebla se está extendiendo...
Con llanto se saludan el Huiznahuácatl Motelhuihtzin.
el Tlailotlácatl Tlacotzin,
el Tlacatecuhtli Oquihtzin...
Llorad, amigos míos,
tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexicana.
¡El agua se ha acedado, se acedó la comida!
Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco.
Sin recato son llevados Motelhuihtzin y Tlacotzin.
Con cantos se animaban unos a otros en Acachinanco,
ah, cuando fueron a ser puestos a prueba allá en Coyoacan...
Cantares Mexicanos.(Bibl. Nacional de México.)
Los últimos días del sitio de Tenochtitlan
Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín*,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos...
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio
veinte tortas de grama salitrosa,
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso,
en nada fue estimado...
Ms. Anónimo deTlatelolco, 1528.(Bibl. Nacional de París.)
La ruina de tenochcas y tlatelolcas
Afánate, lucha, ¡oh Tlacatéccatl Temilotzin!:
ya salen de sus naves los hombres de Castilla y los de las chinampas.
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya viene a cerrar el paso el armero Coyohuehuetzin;
ya salió por el gran camino del Tepeyac el acolhua*.
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya se ennegrece el fuego;
ardiendo revienta el tiro,
ya se ha difundido la niebla:
¡Han aprehendido a Cuauhtémoc!
¡Se extiende una brazada de príncipes mexicanos!
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México.)
La prisión de Cuauhtémoc
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya se ennegrece el fuego, ardiendo revienta el tiro:
ya la niebla se ha difundido:
¡Ya aprendieron a Cuauhtemoctzin:
una brazada se extiende de príncipes mexicanos!
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Pasados nueve días son llevados en tumulto a Coyohuacan
Cuauhtemoctzin, Coanacoch, Tetlepanquetzaltzin:
prisioneros son los reyes.
Los confortaba Tlacotzin y les decía:
"Oh sobrinos míos, tened ánimo: con cadenas de oro atados,
prisioneros son los reyes."
Responde el rey Cuauhtemoctzin:
"Oh sobrino mío, estás preso, estás cargado de hierros.
"¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?
"¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!
"¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!
"Por cierto serás esclava, serás persona de otro:
"será forjado el collar, el quetzal será tejido, en Coyohuacan.
"¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?
"Ah es doña Isabel, mi sobrinita!
¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!"
Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México.)
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