Superbarrio fue una idea genial; vestir la demanda moral del pueblo con máscara para no identificar al sujeto que las pedía. La máscara cumplía dos funciones: proteger al individuo del sarcasmo mexicano y dos no hacer de Superbarrio un movimiento que amenazara al sistema.
Hace mucho que no se escuchan este tipo de fenómenos en México. Superbarrio quedó fuera de la circulación de ideas, de cosas aprobadas por la sociedad, la verdad. Fue aceptado. Esto reccuerda a la formula priísta: a la oposición o la mataban o la convencían de que se adjuntara a las filas del tricolor, muchos optaban por lo último ya que entraban a la nómina y con dinero y pan no se juega, la gente acepta. Se someten al olvido.
Y es que en México o apoyas una idea o no.
Esa es la circulación de ideas en nuestro país y como todo en México, tiene jerarquías.
Están los intelectuales (de ambos sexos) consagrados, aprobados por nuestro sistema político, su voz, que alguna vez formó parte la voz del pueblo, se auna al silencio, forma parte de una clase social alejada del pueblo. Se encuentra en pedestales inalcanzables y ninguna crítica de abajo les hace mella alguna porque el poder los consagra a estar donde están y sólo escuchan, como Ulises atado a una masta, las voces de la aprobación.
Luego están los burlescos
La circulación de ideas en México es el apoyo o no a la idea. Unos cuantos años en la internet y la cuestión es obvia, la circulación es mandar cadenitas de emails, la repetición de mensaje hasta el cansacio. Andale, apóyola, es la neta, es la verdad.
La gente mexicana no está impuesta a pensar por sí sola. Porque cuando entra la circulación de las ideas propias entra en vigor el sistema de la ridiculización apoyado por profesionales de la burla. El esmero es hallar el defecto primero. [es buena seña de que tu idea ha tenido algo cuando alguien nota un error ortográfico en las letras de tu idea]. Se halla el error y luego luego entran las hordas de los ridiculizadores. El que detectó el error [un Superbarrio a la inversa] se vuelve una figura popular a costa del generador de ideas. Los demás se tornan lambiscones del heróe que logró pisotear la idea en cuestión hasta su muerte.
El agudo Lord Byron sostenía que la larguísima decadencia española había empezado con el Quijote, y que la obra de Cervantes, que era nuestro icono cultural nacional, nos había hecho un daño terrible al enseñarnos que atreverse a soñar, a perseguir las propias quimeras y a ser distinto, sólo conducía al más espantaso y patético de los ridículos. De ahí a nuestro orgullo sangrante e hipersensible, nuestro miedo a la mofa tan extremado.”Si por algún motivo o razón la idea logra sobrevivir este gesto inicial quizá la idea gane un momento de aprobación. Llegando a ese nivel lo primero que se hace es consagrarla. Una vez consagrada y aprobada su muerte es lenta y segura.
La idea deja de tener circulación nacional porque el poder ha dicho que la idea es intocable. Esa es la circulación de una idea consagrada en México. Su muerte, ser aceptada. Nadie quiere parecer/hacer el ridículo al refutar las ideas.
Si alguna idea logra pasar el ssitema entonces no queda otra que destrozar el caracter de la persona. La lógica es simple y sencilla. Es un doble whammy.
Al ridiculizar, pendejizar al sujeto, porque en México nadie es más amante del pendejismo que uno [una especie de venganza retentiva quizá], la idea pasa a otro plano, si un pendejo saco una idea así es que la idea es una pendejada de proporciones inigualables. Lo cual tiene dos propósitos: desacreditar la idea y desacreditar al individuo.
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