15 de febrero de 2004

Lazarillo de Tormes

Ahora caigo, no cabe duda que la literatura ayuda mucho a comprender los comportamientos de la raza. Por eso soy filólogo de corazón.

Leyendo el Lazarillo de Tormes descubrí de dónde viene ese amor por los tacos de lengua, sesos, ojos y demás cosas de la cabeza (wuacatelas doble paso ¿eh?). Uf, y recojiendo la pregunta que Eterno Retorno lanza sobre la mesa y que cayo así ¿Sería válido escribir en estos tiempos una novela utilizando el lenguaje, la estructura y las formas del Siglo de Oro español? contestaría que no sólo es válido sino muy actual, en preciso, en los lares dónde su presencía se encuentra haciendo vivencia. Y sólo me atrevo a constatar lo último porque estoy leyendo el libro antes mencionado qué es de muy a su anchura y autoridad uno de esos clásicos del Siglo de Oro.

Lo hago porque viendo que el mentado Lazarillo avalándose de palabras actuales para el Southwest Gabacho y el Norte Mexicano se encuentran palabras familiares para los oidos de este norteño por el momento nórdico. Uno da con palabras como mesmo y mesma, allende como en de allende vengo (cosa que yo creía era una forma informal de algún apellido pero no, resulta ser que allende se refiere a más allá ) y hasta ansí que no difiere mucho a nuestro ansina. Cosa curiosa ya que este mismo escritor de este blog ha sido acusado de no saber escribir por usar las formas de mi región, de mi southwest/norte region. Y es que este vocabulario antes mencionado se le asocia a la indiada, a la campesinada pues siendo que es español de lo más puro y lindo dentro de las arcas castellanas pues. Lo curioso es que la publicadora Ediciones Cátedra se esmera en dar notas y detalles de un español del ayer cuando en ciertos aspectos es más actual de lo que se imagina. Lo que es la soberbia.


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