5 de octubre de 2003

Un post surgido a causa de un post que leí recientemente en In My Room homeboy de Angel y Crónicas Policiacas.


El error era demasiado grande, sabía que el mensaje serían sus últimas palabras en este mundo, así que cuando entro al despacho a notificarle al Señor los acontecidos, la mirada no se hizo esperar. La pluma Parker Duofold que alguna vez utilizó Kennedy para firmar un tratado con los Rusos, fue puesta fuera de actividad plácidamente, como si nada, en el escritorio de cedra cubierto ordenadamente de papeles y objetos de diversos valor que denotaban el exquisito gusto de su poseedor. Lo único que traicionó algún destello de emoción fue el imprimir de las yemas de los dedos en la fina madera, se dejo ver la humedad que dejaron los dedos al apoyarse en el escritorio para levantarse. Caminó hacía las ventanas con las manos cruzadas atrás de su espalda, para ver el paisaje aquel que sus abuelos conquistaron en tan sólo 100 años, era suyo el terreno ese, pensó, y ahora el paisaje era suyo, se dejaba ver el Cerro Colorado desde su casa, el símbolo más apropiado se lo decía constantemente su abuelo cada vez que la ciudad salía como tópico, para describir la grandeza de Tijuana. Era costumbre que si no había respuesta alguna por más de dos minutos, los empleados tenían que salir discretamente, casi al darse la media vuelta para salir del despacho el Señor le miro por última vez y le agradeció sus servicios. Fue, en términos nuevos del argot de la mafia moderna, cesado. Su error fue no darse cuenta de la salida del patriarca más estimado de esa familia, él, quién no se acostumbraba a las riquezas de su nueva vida, prefería sus corridos, pistiadas y apuestas grandes, actos que iban muy en contra de las actividades corrientes de la nueva familia y que ponía en peligro a mucha gente pero el abuelo se les pelo, andaba ganoso de una noche como él sólo sabía pasársela. Al otro día dieron con él con un cuetazo en la frente atrás de un callejón sin salida de un casino local.

La Yakuza llego a Tijuana con las maquiladoras y adquirieron el conocimiento de la tierra gracias a lazos viejos de antaño, viejos niponeses que llegaron antes de la II guerra mundial. Se establecieron discretamente sin mucho alarde, no les daba por ostentar el dinero, ni objetos de lujo, sus lujos se reflejaba mejor en las oficinas de sus maquiladoras y la mafia regional no se dió cuenta de su ya establecida presencia en tierras cachanillas hasta allá por los años derrochadores de los 80 cuando los hijos de estos andaban causando escándalo con su dinero y decadente modo de vivir, compraban droga a lo loco y los consternados padres se pusieron en contacto con la mafia local los quienes acordaron no venderles más droga a los hijos de estos. La Yakuza se aliaron después con la tríada china Bamboo Unido pero no duro mucho el gusto pues el Gran movimiento a la nueva sede y capital de la mafia del Oeste de América del Norte, Los Angeles, California, causó fisuras internas en todas las mafias de este lado del Oeste. El Señor sabia que la Yakuza si quería podía ponerse en contacto con la tríada china que controlaba los casinos de la región. Además tenía varios favores sin cobrar pues él controlaba los puertos de la Baja y se le acercaban a él para transportar materiales sensibles para las maquilas. No vacilo en mandar correr la voz que, en términos niponeses se dice como, pedir un consejo.

La cámara del casino grabo todo aquella noche y la tríada no tardo en conseguir la información que la Yakuza le pedía, esta a su vez fue a dar al escritorio de el Señor quién al ver el sobre lo saco de su absorbidos pensamientos, habían pasado ya dos días de aquel acontecer, se dio cuenta quién fue el bragado aquel, ya lo habían utilizado antes pues era famoso por su soltura. Lo último que se supo de él fue que se les había pelado para la sierra y los Yakuzas le pidierón disculpas pues ellos no penetraban ahí. Para cuando alzo la vista a ver a nuevo su empleado, con mucha calma le dijo: Busquen al Chuma por toda la sierra, lo quiero vivo o muerto.

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