La reputación de mi abuela biológica y materna se ve así salvada por un pequeño detalle. El golpe que recibió en la nuca le causaba trastornos mentales. Le daban aires que le hacían perder la cordura. Estaba loca. Nunca supe cómo terminó en Tijuana ni cómo es que una señora cuyo estatus social con esa estatura social de admirarse le dio por querer criar hijos ajenos, Doña Julia tenía una posición social en un pueblo sin historia más que el que la oportunidad brindaba, creo que es por eso que le dio por acercarse a una mujer libre de Tijuana.
Al recibir a mi madre, mi abuela adoptiva cuenta que el hermano de mi madre expresó alivio que mi progenitora hubiese terminado en manos de Doña Julia Lucero, como se le llamaba a mi abuela adoptiva. Él era un placa de la ciudad, le decían el güero porque su tez era blanca. Las lenguas cuentan por igual que mi madre no nació en Tijuana, sino en Mexicali. Mas el registro indica Tijuana. El acta en mi posesión dice, Tijuana, 1945. Según cuentan esas mismas lenguas maternales que mi madre era hija de un gringo que atendía los establos del Hipódromo de Tijuana.
Quizá todo sea sólo una explicación a la locura de dar a una hija a una desconocida.
Mi abuela adoptiva de seguro quería una hija para el matrimonio que la unía al hombre cuyo apellido llevo en mi. Era gente buena, gente camello. De buenos modales y buenas conductas sociales que me dieron un cimiento en que crecer.
Este pormenor también explica el color de mi tez. Mi piel es blanca. Muchas mujeres con las cual me he acostado podrían atestar lo último.
Esto explica por igual el porqué mi madre era blanca de piel.
Mas nunca podré saberlo con certitud y esa es la verdad que ahora me aqueja, en este presente, al relatar lo último.
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minifix
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