Leyendo el nuevo blog del Ángel de Tijuana me encuentro con un post donde se discute la fealdad de Tijuana. Hay mucha verdad en lo que dice, pero supongamos que es toda la verdad para propósitos literarios, dejemos que la ficción tenga rienda suelta por esta vez.
Aquí lo que nos interesa es ver un lado del prisma de la verdad ahí expuesta. Lo que nos interesa examinar por medio de las letras ahí extraidas es que si es verdad lo que ahí se dirime entonces porque el afán de presentar una imagen contraria (Tijuana no es fea) por parte, primordialmente, de la 'sociedad del bien' y el gobierno, los quienes día a día se afanan en presentar un orden social, [al parecer insostenible]; un orden social que niega todo lo negativo por medio de acciones contrarias a la fealdad. El discurso oficial las presenta día a día por medio de sus instituciones y la 'sociedad del bien' quienes ven un futuro sostenible y que la gente de la calle (aquellos fuera del gobierno y la 'sociedad del bien') y medios comunicativos exponen con su discurso muy contrario al expuesto por los voceros del gobierno o el poder.
Otra cuestión de interes es saber quienes son los que se encargan de construir esta realidad alterna (llamemosles positivistas) a la que miles y miles de tijuanenses les parece que no es así y se oponen a esta realidad alterna, o sea, quienes son los encargados del discurso positivo, en dar una imagen de Tijuana contraria a la expuesta por Ángel y otros ciudadanos que yo llamo como agentes de la filosofía del mal.
Entonces tenemos una batalla entre la realidad que se vive y la realidad que se da en discursos oficiales; aquellos que no quieren ver la realidad de la calle y aquellos que no quieren ver la realidad que el gobierno presenta a sus ciudadanos.
Nos interesa saber mucho más el labor de los positivistas y qué es lo que están haciendo para luchar contra la embestida que la realidad de la calle les presenta y cómo es que presentan esta lucha/realidad. Lo más simple sería que el gobierno y la 'sociedad del bien' utilizan el poder a su alcanze para combatir las fuerzas que la calle presenta o por lo menos existe la amenaza de ejercitar el poder para controlar las fuerzas de la calle, más en su máxima expresión que viene siendo la violencia. La opinión en Tijuana no tiene la fuerza para hacer mover gobiernos aún, ni existe una ética moral que sacuda las instituciones políticas de la ciudad ya que estas últimas tienen fundaciones no basadas en cuestiones éticas ni morales sino en cuestiones de negociaciones entre diferentes grupos de interes alejados de la ciudadanía en general.
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