El ejercicio de la honestidad
Curiosamente hoy tuve uno de esos encuentros que me hacen recordar que aun no estoy impuesto a este país que bien hace en llamarse Suecia. Fui a la tienda a comprar varios artículos para una paella española la que resulto una paella a la mexicana ya que le faltó el safran y quedó más descolorida que un gabacho. La cosa es que al pagar por los susodichos viveres se me hizo muy poco dinero el que me pedían. Mientrás esto usualmente es tradicional de notar tan sólo en la privacidad de los pensamientos de uno, acá en Suecia es costumbre, y no por presumir ni nada, si no por cuestiones culturales, ser honesto al respecto. Ah no, pues hay va el Julio a abrir el hocico como bien mi madre reprobaría que yo lo dijiera, y le dice a la cajera: oye, ¿no es muy poco eso? A lo cual al verificarlo la cajera dijo ah sí, tienes razón.
Yo me di cuenta que al no ver la esperada aprobación de mi conducta que yo todavia no estoy impuesto a Suecia. La honestidad es tan practicada que no se espera una aprobación pública por el acto de la honestidad. Pero yo esperaba por lo menos un gracias, una sonrisa por el hecho de haber, lo que yo considero, conducido una buena obra. Pero no, me fui de la tienda sintiendome un pendejo, lo que causó más fisuras en mi identidad.
La honestidad, y no es porque no la conozca, ha sido uno de esos aspectos que me han hecho ver el grado en que la gente le da su valor, por ejemplo, aquí puede uno dejar cosas afuera de las casas, edificios, los zapatos los dejan en más de veces afuera de la puerta de los apartamentos, o sea, la honestidad es un aspecto de confianza en el pueblo que nunca practique ni en los EEUU ni en México. Por ejemplo, encontrarse una cartera en México o EEUU es cuestión de suerte; aquí no, eso es cuestión de responsibilidad, o sea, no es tuya, y la idea es de regresarla a su verdadero dueño. Que la gente deje sus zapatos afuera de sus casas es invitación a la tentación. Es por eso que cuando la honestidad aparece en nuestra región es recompensada como un buen ejemplo a seguir, la gente se alegra.
Aquí no, la chica hasta me hizo sentir vergüenza que, en un esfuerzo de sacarle risa, me sintiera mal por decirle que no fue para mí beneficio que le dijiera.
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