2 de febrero de 2007

refín

Bueno, es hora de hablar de otras cosas, que el mundo de muchas otras cosas esta también compuesto. Nada mas que no solemos hablar de ellas, pero topicos los hay.

¿Qué tal si hablamos de la piel mexicana?

Yo digo que basta ya de hacernos la idea de sabernos mestizos, ¿qué tal, si en vez de eso, nos nombramos con las palabras culinarias con las que nos conoce el mundo entero?

¿Qué tal piel canela? Eso trae recuerdos muy bonitos ¿no? La abuelita, el cafécito con piquete, los días lluviosos y sus obligatorios platos de arroz con leche, por supuesto su canelita.

Y no se diga del champurrado ¿o qué tal el ponchesito? ¿he? ¿A poco no? Bueno, ¿que tal si también nos dijiesemos color vainilla?

Eso trae recuerdos de nuestras viejas culturas, ¿a poco no?

¿Que tal nuestro temperamento? ¡Jalapeño! Chile de árbol, ¡rojo!

¿Y la espesura del mole? Esa combinación de lo dulce y lo picoso que causa efervescencias increíbles al paladar que altera estados de ánimos, ¿qué decir de esa explosión al gusto?

La tortilla pues, porque no utilizar ese símbolo que une a los 31 estados del país como la gran familia que es.

Y es que al mexicano se le conoce por su comida. Dale en la madre a la comida mexicana y le das en la madre al mexicano.


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