29 de enero de 2007
Dios está muerto, la letra too
No, no he disminuido mis actividades en bloguilandia.
De hecho habrá temas que considerar a lo largo de este post y uno de ellos será la propuesta expuesta por mi ex de que si es más rentable ser escritor de letras online que ser escritor {de toda índole} de letras en papel, maché, le reviro. Amén de que los que procuran la palabra parecen ser muchos cual espejo tras espejo.
La otra mamada, puesta en la mesa, es esa pendejada de considerar la palabra como sagrada como algunos escritores de papel y seudoreligiosos han escrito sobre la Palabra. Una estupidez semejante a la babosada esa de la gente del estúpido Libro que nada más vino a chingar a los míos Americanos. Perros.
El primer punto de contención en nuestros debrayes etílicos es aquel que disputa una atmósfera cuya veracidad carece de verdadero praxis ya que por primera vez nos encontramos ante una conjetura mental donde no hay tiempo para valorar lo presente y ante un futuro que cada día parece más incierto por aquello de que el pasado carece de representación en él. En especifico, me refiero a ese mundo lector-escritor.
La simbiosis que la ciencia, en este caso la tecnología, ha logrado crear ha causado un impacto tectónico entre lector-escritor lo cual ha dejado en vista continentes inexplorados.
Y es que antes el escritor era considerado por el pedestal en el que se hallaba. Ser escritor significaba tener las llaves del descubrimiento del Yo. Instituciones enteras se centran en ello. Ese Yo se alababa hasta caer en la burda generalización aptas cual motif Campbell de Warhol, mass production del ente en una sociedad que se ufana de lo individual. Las letras online han cambiado ese dominio del escritor que se vale de la tinta y el papel para exponer lo suyo.
Hoy en día todo mundo puede ser escritor, por lo menos en la internet. La internet despide al middleman para siempre. El berrinche del escritor contemporáneo no es que nadie lo lea sino que le hayan quitada la aura espiritual que le rendía misticismo. No hay nadie que aprecie el arte de sus letras. Conjurar las letras para formar episodios de vida a sido divulgado cual polen en Primavera. Lo peor del todo, hay que competir por la atención del lector para impregnar la idea en tierra fertil. Un proceso arcaico pues hoy en día la vista consume letras en un vistazo a mil palabras por segundo y no hay tiempo para la reflexión, sólo el hedonismo. el now, el here.
Si antes el acto de leer era rendirle tributos al escritor ahora el escritor tiene que rendirle tributos al lector. Peor tantito entrar en un dialogo con él o ella. Vivimos una sociedad de letras que no es ni reino, ni república. Las letras sin autoridad ni jerarquías ejerce, muestra conejo, cuya autoridad se rige por el placer de leer y interpretar a diestra y siniestra sin más obligación que darle al libre albedrío libre paso a lo que le venga en gana. Es la era del Ahora, del hoy, del eterno aquí, la imaginación al mejor postor sin fronteras.
Y es que el autor de letras en papel quiere hacer vida con las letras que propaga en la red de la internet vendiendo su pluma y su papel con las ideas expuestas al mejor postor, hay que pagar por ellas para poder deleitar la vista y la mente mientras que el usuario de internet que se dedica a las letras digitales lo hace sin ese lucro de consagrar lo que las élites de las letras consideran como canon de las letras a publicar en papel. No hay censura más allá que el Yo imponga antes la letras. El censurador es el Yo y no ese conjunto de masas que involucra escribir en papel. El escritor online ofrece ideas crudas, puras sin tintes de segundas o terceras personas que manchen la pureza del consciente, el corazón latiendo de escribir.
Diría el viejo más rata de México sin escrúpulos y que espero este pudriéndose por los siglos de los siglos en el infierno de Dante, Fidel Velazquez Sanchez, el que se mueve no sale en la foto. La analogía es que si tus letras no están accesibles en la red, goodbye al pensamiento, es lo único left.
Si Nietzsche dijo que dio (la idea sefardita esa de que agregarle una s a dios es un insulto) está muerto, yo digo que la palabra está muerta. Yo le doy el cuetazo significativo para que vean que soy yo la mejor muestra de la masa esa que le da de patadas al muerto cual masa que da de patadas al cráneo de Mussolini. Le doy de patadas a la letra muerta, culera. Y es que algún día tenía que suceder. La Palabra no es sagrada. Y por muy humanistas que los escritores consagradas se digan, nunca vieron o anunciaron este cambio en las letras: [para que vean que no hay profetas de la letra escrita] el día en que la escritura sería no parte del diario devenir del escritor, sino de las masas. La capilla sagrada del escritor, escribir, está abierta al publico y el escritor a la viejita, el escritor se haya confundido ante este nuevo lector que demanda parte del pastel sin regateos ni peros. El neo Veni vidi vici.
La anarquía de las letras es mejor.
palabra, escritor, escritor
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