25 de enero de 2006

el placer de coger enamorados

Enamorarse, para un hombre, conlleva el acto sexual.

Las mujeres son diferentes, para ellas el acto sexual en el proceso del enamoramiento no es importante mientras que para un hombre sí lo es.

Nosotros, los hombres, no sabemos expresarnos dentro de las gamas del amor más que con el acto de la penetración.

Amar a la mujer carnalmente es sinónimo de amor.

Lo curioso es que no nos damos cuenta de que estamos enamorados hasta que el amor ya no existe.

Muy pocos hombres logran enamorarse de sus mujeres durante el proceso de la relación.

Y es que para la gran mayoría de los hombres el enamorarse es el acto del coito al cuerpo de la mujer y no la mujer, lo cual son dos cosas airadamente diferentes. Un hombre se enamora del cuerpo de la mujer y no por lo que la mujer es. Tristemente, así es la vida real. Un hombre sólo logra enamorarse de su mujer con el paso de los años [co-dependecia] y no al instante.

Mis detractores de seguro dirán que enamorarse y hacer el amor son dos cosas diferentes pero no es así.

Cuando un hombre se enamora quiere decir, en la mayoría de los casos, que el hombre está prendido de la mujer. Ese hombre no puede hacerle el amor a otra mujer durante el lapso del enamoramiento porque para entonces ya habrá conjurado mil teorías sobre el amor y una de ellas es la monogamia. El hombre sólo puede hacer el amor a esa mujer y únicamente a esa mujer.

El diálogo de los líquidos humanoides. Hay que saber coger para enamorar a un hombre.

Hay una especie de click que el hombre comprende como la última expresión del amor y eso es el placer que el hombre deriva al hacerle el amor a la mujer. El extasis que deriva del orgasmo, el ritmo de los cuerpos, el foreplay. Cosa que hemos de enfatizar no comprenden del todo los hombres. La mujer que sepa llevar de la mano a un hombre a los laberintos del foreplay ha conquistado el corazón del sujeto en ciernes de perder la razón, porque enamorarse es perder los estribos. Es saber contener el éxtasis hasta el último momento, la explosión adecuada que hace gritar a uno como animal salvaje, cuando los músculos de un hombre se contraen para darle vuelo a la propulsión de los líquidos blancos.

Como en la novela de Angeles Mastretta, Arráncame la Vida, Carlos Vives le pregunta a Catalina, ¿nos echamos una cogidita? a él le iimporta coger; a ella le importa la pistola de su marido, el arma que puede matar a a Carlos Vives.

Y es que eso es amor para un hombre. Coger.

Coger es posesión. Cuando un hombre se enamora su peor martirio es compartir. La fuente de su placer tiene que ser inmaculada. Nadie más que él puede tocar la fuente de su placer.

Y he ahí el porque más hombres terminan bajo los efectos del enamoramiento mal parados que las mujeres.

Lo digo porque lo sé, yo ya me enamoré una vez.


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