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Es por eso que tampoco comprendo a los que se declaran marxistas. El marxismo hizo en menos de 90 años lo que la biblia hizo en mil años: destrucción, muerte y sangre a raudales a millones y millones de seres humanos. Millones han muerto por las ideas de un hombre cuyo sueño ha sido tergirvisado. Millones aún sufren las heridas de Marx. Y sus compinches, como los compinches de la biblia, siguen libres, disfrutando de la vista de mariposas en la Primavera.
El marxismo es sangre, no es una ideología, el marxismo es muerte para millones de persones y un terrible terror inigualable. Creo que los que se declaran marxistas no comprenden lo atroz que ha significado para otros que en el Ocidente intelectualillos peseteros apoyen ideas como las de Marx.
El marxismo en México no ha significado mas que desgracia y muerte para muchos mexicanos. El marxismo, como la biblia, ha sido utilizado para avanzar ideas de limpieza étnica y aprovecharse de la mentalidad colectiva de muchos de nuestros paisanos cuyas raíces son milenarias en tierra azteca. En el resto de Latino América también, así que sentir orgullo por el marxismo es sentir orgullo por la opresión que miles han sentido en carne propia y cuyas vidas fueron sacrificadas para implementar un colectivo imposible.
Que alguien se declare por estos días como marxista es declararse complice de crímenes horrorendos sin par alguna. Así como los judíos de Israel, así como los cristianos son complices del silencio, de callar la muerte que sus ideas han causado en otros, los marxistas son culpables de callar, de otorgar permisión de muerte.
El color del marxismo de H. Yépez es color de sangre, color de tortura, color de muerte.
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