por mi sangre corre el mar que cruzó Cortés. soy Iberoamericano. En esa corriente roja se vive una humanidad, el hombre hispano. sé de mi y sé de otros al verles. basta una mirada para reconocer nuestra estirpe. tu eres hispano. la mirada hispana se descubre así misma, séase de donde se sea uno sabe que uno es hispano, séase Chileno, Ecuatoriano, Galiciano, Barcelonès (aunque estos últimos son unos hijos de su puta perra madre que cargan la soberbia en las narices según mi propia experiencia). los notas, te notan. nos sabemos los unos a los otros, aunque nos hagamos los suecos.
es por eso mismo que nunca podré dejar de ser quién soy viva en Suecia mil años. mi sangre está llena de una pasión que no comprenderían mis conciudadanos suecos y además nunca podré dejar de ser un romántico perdido. me gusta mirar a las mujeres no porque sea mujeriego sino porque corre en mi sangre bajacaliforniana una intensa atracción hacia ellas. no entienden esto estos suecos. el encuentro con la mujer es el inicio de lo prometedor en la cultura hispana. el peligro al acecho, al miedo a la tentación, el amor al precipicio que lo carnal puede brindar, so hemonos a la orilla de la aventura del amor, sonreimos, aló! coqueteamos y le buscamos sentido a las palabras que puedan traer mensajes ocultos. así que no puedo dejar de mirarlas, ni un segundo.
aquí hago el esfuerzo intenso de ignorar el llamado de mi sangre. las ignoro cuanto puedo y sufro tanto el dolor de no haberlas visto como saber que ellas no se comunican así. aquí el flirteo no existe más que en dadas circumstancias cuyos códigos desconozco. malhaya sea la hora.
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