9 de noviembre de 2004

Neblina

De los colores que más me han dejado encantado en Suecia ha sido sólo uno, el albo, con el albo vi el sol en toda su circunferencia la cual, para mi sorpresa, me parece que el Rey astro está vestido de mujer silvestre en todo su esplendor. Hoy ha estado todo el día cubierto de niebla. Son las 15:29 al redactar esto y el cielo caminó por las calles del pueblo este; salí a seguirle el rastro, el asfalto estaba empapado de un sudor semoviente, me fui directo a su fuente natural, entré al bosque, vi la laguna Svartån, y los reflejos de los árboles en el agua semifrígida ya. Noviembre, engañoso, algunas ramas tontas se dejan seducir por el clima templado, brotan dos-tres hojas creyéndose prestas a una primavera lejos de aquí, en Chile, y las telarañas, sí, también, la esperanza de un quick meal persiste aún, time to sleep my friend. Sigo, el musgo me llama la vista, su resplandeciente verdín en medio de este banco de cúmulos terrenales, como neon rótulos en noches citadinas; causa recogimiento en mi; los cinco sentidos vuelven al paso sosegado de la neblina que sólo me da cachos de vistas, aquí y allá se devisa esto u lo’tro, les tomo fotos, me llaman, hacen que volteé, aquí, allende, me templa el carácter. Hay tiempo para pensar, para darme cuenta que no estoy sólo con mis pensamientos, escucho las voces de otros [la blogesfera] en el recinto de la materia gris mia, hace mucho que no estoy sólo, me salen otros pensamientos, por primera vez, añoro la soledad de ese mare mágnum que ve el grisáceo de hoy.

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