1 de junio de 2004

Un felino libre y feroz

Yo creo que tengo un gato muy inteligente, digo, a diferencia de Semidios y sus gatos gabachos el mio se las sabe rifar el güey, me cae de a madres si Buen, amigo íntimo del Angel, carne y uña (con mugre y todo) dirían algunos, no aprobaría de la manera en que enseñe a ese pinche Russian Blue sobrevivir, simplemente me vale gaber qué hace en sus momentos afuera o sí ha comido o no, sí, claro, entra y sale de la casa cuando se le pega en gana, hay comida disponible y mas de las veces ni siquiera duerme en casa el cabron ya, el güey se sabe libre y sí alguna vez lo dejamos afuera, chingo a mí madre si no mata dos que tres pájaros por ahí, uta mano, los intestinos de las desafortunadas aves que me ha venido a dejar afuera de mi puerta son testigos indiscutibles de la muestra de su incondicinal amor, aunque de reciente para acá me ignora el puto, bueno, no sé que tipo de relación llevemos, pues a lo mejor es puro juego con él. Sí, es un él, se llama Panchinov y lleva poco más de un año con nosotros. Lo que me causa más risa es como las mujeres tratan al güey, estoy casi seguro que sabe quién es vieja y quién sayo pues los tratos son diferentes, sí, yo lo mando mucho a chingar a su madre, pero con amor, no sean mamones y mal pensados putos, lo que pasa es que yo acato mis instinctos masculinos, soy rudo hasta en el amor con mi felino. Lo aviento para que aprenda a caer en sus cuatro patas al puto, es un gato después de todo, digo, para que sepa sobrevivir y como aterrizar si alguna vez se cae por ahí ¿no?, sí, diganme cruel, sé que piensan que eso es maloso, pero ¿qué tal si algún día le falto al puto? ¿Debo esperar a que una alma se compadezca de él como una aseguranza en esta vida? No amigos y amigas, eso es lo más falso y peor que pueda hacer con mi fiera feroz, me cae, mejor le enseño a sobrevivir sin mi y así soy más feliz y me voy con conciencia limpia. En fin, mi gato es libre y salvaje, pero una fiera bien domesticada.

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