Recientemente en una investigación de las reliquias que Melchor, Baltazar y Gaspar trajesen al niño dios y que se encuentran en la catedral de la ciudad de Colonia en Alemania, se descubrió un viejo papiro entre las reliquias. A punto de marchitarse y varios, lo que los investigadores aluden como a, intentos de incendios, el papiro se mantuvo fuera del conocimiento público por más de una decada por razones de seguridad. Según cuentan fuentes allegadas al Journal of MRI Scans y The C14-analysis Review detrás del hallazgo hubo intrigas que todo indica apuntan al Vaticano puesto que pasó desde intentos de robos hasta accidentes de carros bajo circunstancias misteriosas que la policía aún no puede esclarecer del todo; sospechosas llamadas telefónicas y sombras raras a inciertas horas de la noche. La Santa Sede rehúsa comentar al respecto y se muestra tan interesada como cualquier ciudadano en los aportes que el texto pueda dar al conocimiento del Señor. En consiguiente, la labor de traducir el documento al castellano estuvo a cargo del renombrado traductor JC Martínez y que tanto revuelo ha causado en el mundo entero:
La arena dorada volaba hacía adelante como scout divisando el horizonte y avisando la venida de tres personajes. Los camellos caminaban seguros, tan seguro como la última vez. El tiempo para ellos no era cuestión de presente, pasado y futuro, simplemente, el tiempo era una opción en las tomas de decisiones. Iban, paso a paso, dejando huellas en la arena de ese vasto desierto escuchando el llanto del viento, y el ruido de la arena ante sus pasos, guiados, esta vez no por una estrella si no por una firme decisión que les pesaba en su corazón como la misma carga del mundo.
Los tres iban en silencio pues la decisión fue tomada en la Loya Jirga y sus posturas inequívocas. Estaban aterrorizados, vieron pasar ante sus ojos como los fieles del Rey Judío persiguerían a los futuros hijos de los Reyes Magos. Miraron como las palabras del Rey que reconociesen como el salvador de toda la humanidad sin tregua alguna mentía, mataba, y engañaba a todo el Oriente. Iban tristes, cabizbajos al pesebre otra vez, al mismo que antes habían estado ahí para dar Mirra, Incienso y Oro.
Llegaron y tocaron la puerta de la granja.
- Qué onda José.
- ¿Qué onda Melchor, se les olvido algo o qué?
- Simón güey, hemos visto en el futuro que este mesías es un falso mesías y por ende queremos que retornes nuestros obsequios.
- ¿Pero cómo? ¿Qué dices? ¡Qué pruebas tienes para acusar a mí Emmanuelito de esas falsedades!
- Lo siento José, hubo Loya Jirga y se conjuró al futuro para ver si era cierto, esa es uno de nuestras ventajas en este mundo de mentes diversas, podemos ver lo que sucedera, fuimos engañados, este no es el Mesías verdadero que unirá a la humanidad en paz.
Al fondo, se veía María abrazar fuertemente al pequeño Emmanuel con todo el amor del mundo que una madre da a su hijo. Susurraba lindas palabras ajenas a ese mundo de hombres que presenciaba. Gaspar y Baltazar eran testigos y con tristeza escuchaban todo.
- ¡Tendrás que explicarme con más detalle esta blasfemia Melchor. Tú sabes bien que Dios mismo ha hablado!
- Sí, pero no se sabe con certitud, sólo tenemos tu palabra y el futuro habla de guerras, persecuciones y miles de maldades más porque tras la advenida de Emmanuel los crímenes en contra de la humanidad se multiplicaran. No queremos ser parte de esta historia tan macabra y la Loya Jirga decidió pedir con humildad por esos objetos que hemos dado sin su permiso.
- El destino de Emmanuel seguirá sin duda alguna y no porque tres reyes magos se hayan arrepentido de haber dado obsequios la historia cambiara. ¡Toma! Aquí están sus regalos! Pudranse en el infierno los tres!
- Tómalo con calma José, la Loya Jirga no está en contra de ustedes tres, si no de los miles y miles de hombres que explotarán de lo que tiene que decir Emmanuelito. A los que peor les irá será justo a los nuestros.
De regreso el sol empezaba a dar su luz, nada cambiaba y los soldados de Herodes pasaron de nuevo por los pasos de los Tres Reyes Magos sin darse cuenta, la historia proseguía su curso y ellos, como vinieron a esta historia de la biblia se fueron como llegaron pero no tan alegres como lo hicieron la primera vez y con sus respectivos regalos en si. El corazón les dolía que tanta gente muriere por el nacimiento de un niño. La sangre se tornaba arena, los Magos seguían, la historia también.
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