Válgame la santísima. Ahora sí que hasta ñañaras dio. Iba muy a gusto caminando por las calles empapadas de la brisa matutina de mi aldea aquí, en los altiplanicies de Suecia, cuando vi de repente a sujeto empujando un llamado barnvagn o stroller en inglés (no puedo creer que no recuerde como se llaman esas mamadas en español, o en Tijuana, algún nombre deben de tener ¿no? ¿Alguien?). Lo devise de lejos pero no le puse mucha atención y cuando emparejamos en el camino como no lo conocía no reaccione al encuentro de ninguna manera.
Eso me indica que ya estoy completamente aclimatizado a mis lares. Y no me gusto.
Aunque debo de confesar que dejar atrás mis mañas Xicanas son causas de dos tres crisis existenciales pero veo que lo he superado. Antes me molestaba encontrarme con gente y que no se me pelara como decimos en el terre. Recordemos que "hacerse el sueco" es una frase que indica que alguien está siendo ignorado. Esta mañana me hice el sueco.
Antes leía mucho en las expresiones de los suecos pero veo que sus expresiones sólo indigan lo conocido, resulta uno desconocido no pasa nada, así es, o por lo menos así creo que es.
En Tijuana (México por extensión) uno no puede ignorar al Otro así nada más. Reconocer la existencia del Otro es esencial para las buenas relaciones entre los habitantes de cualquier urbe mexicana. He descrito este proceso antes. (Observación 2, Gélidos).
Pero hoy hubo otros cambios, y no me molestó el Otro: el sueco que empujaba su cochecito para niños, muy campante entre la escasa neblina que aún quedaba, paso de largo. Nos miramos, no nos conocimos y nos ignoramos como si nada, el silencio quedó imperturbado.
Espero no vuelva a suceder, pero todo indica lo contrario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario