Ayer, la gran noticia aquí, fue el comienzo de la temporada de caza. Eso quiere decir, en términos prácticos, que los alces corren peligro. Nunca he visto un alce. Como tampoco había visto tanto alarde por el comienzo de una temporada de caza, pero bueno, tampoco había vivido un Octubre tan mild como los gabachos le pondrían a estos días o como le dirían a su equivalente, indian summer. A excepción de que aquí le llaman Brittsommar. Los suecos no lo aparentan pero son un tanto religiosos. El Brittsommar está relacionado con el único santo sueco, Heliga Birgitta o en castellano, Santa Brígida de Suecia. Según la vox populi, este tipo de clima se debe a que cuando Brígida regresó de Roma, llegó retrasada a Suecia y consigo se trajó los climas amables del mediterráneo. Los científicos tienen otras teorías por supuesto, pero esas son un cuanto torpes amén de aburridas.
Decía de los hombres cazadores. Pues eso, que durante mi recurrido por los bosques de Suecia saltaron a la vista hombres vestidos de verdes, y en manada, con rifles en mano. Era un gran evento al parecer, porque tanta sonrisa por estas tierras gélidas no he visto en un sólo lugar. Creo que es el último bastión de suequidad. No cualquiera entra a los clubes esos, al parecer son área exclusiva del sueco, es un deporte, así le llaman ellos cazar animales indefensos, aunque alemanes, dinamarqueses y de seguro todo escandinavia, menos el nopal este, les da por el rifle y la vestimenta verde.
Nunca he visto un alce, ni quiero toparme con uno, eso a pesar de que he caminado mucho los aledaños de los altiplanices suecos. Debe de haberlos, porque los cazadores tienen sus torres de observación por doquier y no creo que los alces sean tan majes como para aparecer sólo durante la temporada de caza.
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