Fui a un entierro sueco. Esos, he descubierto, no velan a sus muertos. Sin embargo fue una ruquita, de esas que viven hasta los 90’s, así que mi conclusión de que fue un enterramiento aburrido y del cual fuí participe hoy se debió a las viejas ideas de lo que un entierro debe de ser. No que un entierro deba de ser una pinche fiesta tampoco pero, bueno, yo como escucho corridos pues lo usual es que se le inculque a uno que al velorio pues es de menester hacer party, ¿no? Con banda y todo.
La cosa se llevó acabo con lo que yo considero costumbres raras. La raza se acercaba al ataúd de la difunta y se doblaban un poco, así estilo nipónes y todo, hasta el pinche clérigo, como en forma de respeto u algo así por el parecido, como en reconocimiento de que los huesos de la jaina aún estaban presente. Antes de iniciar el rito para la misa del muerto se tocaron las campanas, así como para que todo el pueblo se diere color (los días de tocar la campana para ir a misa se acabaron hace decadas aquí en Suecia), como la ñora era cristiana a morir pues a escuchar los salmos suecos y un poco de música de organo que a mis hijas y a mí nos causó más curiosidad cultural que efecto emocional.
Los demás soltaban un llantillo por ahí o dos. ( creí detectar un llanto hipócrita por ahí, pero ni modo de darme la vuelta para echarle ojo al vil falso llanto) Lo curioso es que el Padre cómo que suelta un poco de la sopa que se confesó en vida porque me di color de muchas cosas que yo no sabía de la ruquita, en fin, de polvo eres y polvo serás, o como vaya esa madre fue especial también, el curilla del pueblo empezó a poner tierra arriba del cofre, tres veces algo así, yo intentaba mantener a mi inquieta hija en paz porque hacía un ruido del demonio la caraja mientrás el cristero encomendaba el espíritu de la doña al Sayo de arriba. Más música, después, a sacar el cofre de la ancianita que petateó y de la iglesia al cementerio sólo son unos metrillos, a estos en tierra nonsancta les da por poner los panteónes cerca de las iglesias, (así como TJ en la Francisco de Asis).
Durante todo el camino las campanas de la Iglesia Sueca tocaron y no cesaron hasta bajar el cuerpo de la dead ruquilla en la fosa de su familia, curadillo, pero too much freaking seriousness, yo ya me las olía me cae, por eso me chingue un whiskillo antes, digo, pa’ aguantar el rollo puesn, ¿qué? se vale, ¿no?
Después un lonchecillo juntos, unos sandwichillos de camarones, pinches suecos locos pensé, ¿a eso le llaman un velorio? Dos tres lagrimillas y un sandwich ¿y ya?
Dios me libre de petatear aquí.
Tengo 15 mil cosas que hacer pero hago con la culpa y presión de hacerlo pero rápido y ¡ya! otras 15 mil que nada tienen que ver con las que merecen mi total concentración y prioridad. Beer anyone?
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