El famoso caos al cual me adviriteron regresaría después de las vacaciones se ha vuelto una palpable realidad. Aunque yo soy uno cuyo tiempo es elástico y todo es una cuestión de perspectiva, la mala leche de algunos defeños ya me ha charpicado, en tono de confesión soy cantaro para sus derrames de vilis que tienen al entrar a las carreteras de la ciudad. Les comprendo más yo nunca he manejado un carro, no dudo que algún día aprenderé, tengo 37 años y no creo que sea el gran desafio hacerlo, pero por el momento el transporte colectivo me ha dado para varias reflexiones. Por ejemplo, me causa curiosidad como es que el transporte, como en las caricaturas, trae pasajeros a veces hasta colgados de lo que se supone es el mango para apoyarte y poder subir la escalares del pecero, microbus. No, mis paisanos cobran hasta por escalón y a los pasajeros helos viajando por las grandes vias agarrados del mango ese cual chango sin precaucióm más allá de su stress por llegar a donde van. Por igual he visto que en las carreteras el caos es el orden, si te sales del caos estas fuera de orden, así que ya sabrán.
He visto sin embargo cuan generosos son mis paisas, me cae, nunca he visto tanta filantropía como en el Metro de la ciudad. Se suben muchas personas a pedir la caridad de la gente, este oficio de antaño en nuestra cultura sigue vivo y si la persona parece honesta y en verdad necesitada la gente no duda en meterse la manos a la bolsa y hasta en cietos casos que me ha sorprendido ver que se da aún, señoras metiendose la mano al pecho para sacarse el monedero. Los que más tocan el corazón, son sin duda, a mi opinar, son los invidentes que se suben al metro con su maquina karaoke y se ponen a cantar, esos si. Mas hay unos fakires modernos. Se suben morros de las calles, mas de las veces mugrosos, se ven que son chemeros o drogadictos y que no tiene casa. Traen consigo unas camisas que guardan lo que suena a vidrio, unos lo pisan y otros se acuestan en ellos. Esos casi no tocan el corazón, he visto que hasta la gente ni voltea a escuchar la razón que dan los muchachos para explicar por qué están haciendo lo que hacen.
Aquí hay una especie de trolley, el Tren Ligero, ese como que es más respetoso, la gente no sube mucho a vender, pero tampoco lo acostumbro, es muy bonito, y limpio.
A los famosos vochos no me he subido, ni contemplo la idea de hacerlo, esos traen una maquina que cobra tarifa por kilometro supongo. En fin, hay tanto que ver aquí ....
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