22 de abril de 2004

Me gustaria poder hacer reir a la gente, desgraciadamente soy de esas personas que sufren del mal de carecer de eso que los gringos llaman como un tickle bone. No sé a que se deba pero intuyo por qué. Me tomo demasiado en serio y cargo eso que los mexicanos tenemos como un aspecto para el mal de uno, demasiada introspección combinada con un fuerte criticismo de metalinguística extrovertida. Mas de las veces lo ignoro. Sería complicar las cosas más de lo necesario. De ahí nutro mi caracter con ciertos aspectos de la cultura sueca, no pienso más allá de lo necesario ni trato de interpretar demasiado el momento. Eso es lo que me hace un hombre que mira demasiado el mundo como un gran caso psicológico. Estudie dos años y medio de psicología y desde entonces observo con detalle el comportamineto de la gente para tratar de entenderme a mí mismo. ¿Contradicción? Es posible hacerse el sueco.

De hecho mi estancia en Suecia a sido eso, una fuerte introspección de los males que me aquejan allá cuya raíz se encuentra en las caracteristicas de lo que yo llamo mi mexicanismo. Esto me ha dejado una cicatriz. Porque de lo curioso paso a la verguenza. Lo que pasa es que empecé a compartimentalizar. Y es por eso que no sé hacer reir a la gente, tal vez sea miedo, temor al fracaso, intimidado quizá por no parecer un asno. Y ya me ha pasado, un vestigio quizá de cuando antaño podía yo, sí es que alguna vez lo hice, intentar hacer reir a la gente. Fallo irremediablemente en el mero acto.

Esta a sido causa de males entendimientos cuyos efectos siempren me dejan más sobre las personas y sus reacciones de lo que jamás hubiere yo podido cosechar por un así decirlo. Se vuelve un momento fenomelógico de grandes tramas.

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