12 de noviembre de 2003

de conversaciones en Suecia

Una de las cosas que detesto en Suecia es no poder platicar, hablar, conversar a mis anchas. Todo tiene reglas aquí, estos son como los gabachos, quieren todo todo reglamentado, así que cuando los políticos se dan debates no es como en países de lenguas de romance o venga, las asiáticas. Para mí es un verdadero espectaculo ver como se conduce todo el debate. Se toman turnos. No son debates llenos de fuego, pasión, odio hacia el contrincante, para nada, eso se ve malo, un tanto ”mediterráneo”. Aquí lo peor que puedes hacer es interrumpir a alguien en medio de la conversación, es antidemocrático. Así que un debate de ideas es como ver dos abuelos platicar del ayer, con toda la serenidad del mundo. Igual cuando se trata de gente en el sofa y la entrevista se conduce por medios de turnos, la vergüenza se deja ver al momento en que alguien comete el error de interrumpir; por igual hay ciertas personalidades que tienen ese don de poder hacer lo que se les venga en gana pero al costo de llevarse la etiqueta de brava/o lo cual no es del todo deseable.

Hablar mucho en Suecia no es positivo, se les conoce como un tanto taciturnos, así que cuando se merendea en grupos, es común el silencio, cosa que yo no he aprendido a respetar, no porque los quiero desafiar a mí manera si no porque yo no dejo de ser el Americano (continente wise) que soy, me levanto y ¡Aló! Gooooooood Morrrrrning! A lo cual empieza el inicio de mi depresión de estar aquí puesto que quedo un tanto en vergüenza. La impressión no es dejar una mala imagen, si no contrastar, porque la gente sí habla, lo que no sabe hacer es ser mexicano y ellos no tienen la culpa de eso, es una costumbre amexicana. Lo peor que me puede pasar es encontrarme conocidos en grupito, estos suelen ser mujeres porque amigos hombres casi no tengo, así que mientrás me paseo por zonas centricas de Estocolmo o Nässjö hay veces que me encuentro con los susodichos conocidos y los problemas empiezan, no saben hablar en grupo. Yo hago un esfuerzo, que de seguro les ha de parecer un esfuerzo ridículo, en tratar de entablar una conversación con dos o tres a la misma vez siendo que ellos sólo saben conversar uno a la vez, ya sabrán, ¡trágame tierra!

Lo más curioso es que los Suecos toman a mal la manera de hablar de uno. El pasado sábado hubo fiesta en los dormitorios donde yo vivo en Estocolmo, a una Polaca aburrida, a la que le descubrí un tatuaje pintado en la nalga izquierda al agacharse y mostrar una Y de hilo como prenda delicada de mujer, se le ocurrió la idea de hacer una cena para sólo los que vivimos ahí y después una fiesta como último. Bien, la cena estuvo compuesta de 2 Rusos, una Polaca, 2 Suecos, un Mexican y un Portugués. Se habló poco pero el Portugués y yo entramos en una discusión sobre el Femenismo y andale que nos agarramos bien y bonito, como se debe, yo alzando el dedo al aire con todo el derecho de saberme en lo correcto y él expandiendo los brazos a los lados, creyendo saber lo que decia, él alegando sus puntos y yo los mios. De repente sentí la mano de una sueca en mis hombros que me decia, tranquilo Julio, tranquilo. ¿Bah? Dije, ¿y ora? Se les parecia a ellos que en cualquier momento nos ibamos a agarrar a golpes o quién sabe qué. Al otro día me dieron el chisme, me dijieron que se me miraba en los ojos, que estaba alterado, según ellos estaba yo enojado. Tuve que comprobar, ¿es cierto P? No, fue la respuesta del hermano Hispano. Yo estaba, disfrutando una buena conversación, como no la había tenido en mucho tiempo y estos pensaban que estaba encabronado, en fin, no se puede con estos, es que no saben. Hay cosas a las que no se puede renunciar, para mí, eso es conversar como me enseñe a conversar, aunque eso no quiere decir que no me sujeto a las reglas de los gringos estos, pero debo confesar que se me hace un tanto frío no poder mover las manos, ni poder expresarme sin ser tachado de loco o alterado.


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