21 de julio de 2003

Aquí en Suecia me miran raro. Lo que pasa es que soy demasiado exótico para ellos y demasiado moreno y mucho más por estos días de verano y sol para este mar güero. La aldea donde vivo es de sólo 800 personas y todos se conocen, casi nadie me habla y el idioma es una frontera que se me es imposible cruzar. Lo curioso es que aquí creen que con tan sólo decir hej! se libran de sus responsabilidades sociales.

Tienen un anuncio para combatir a los chamacos carrilludos pues han de saber que en Suecia son unos verdaderos expertos en darle carrilla a los que consideran ‘debiles’, por eso el porcentaje de suicidios en Suecia es altisimo, bueno, a lo que iba, el anuncio. Empieza con una niña de más o menos 12 años en una escuela común y corriente que se encuentran por Suecia. Están repartiendo invitaciones para una fiesta y ella de espalda al repartidor espera a que le ofrezcan una pero no, no se la ofrecen y ella se hace un poco ‘transparente’ ‘invisible’; después se encuentran en la sala de deportes y están haciendo equipos, todos escojen con quién jugar y se reparten los equipos pero a la niña no se le eligió, se hace aún más ‘invisible’, poco a poco va desapareciendo de la fase ‘real’. A como va avanzando el anuncio se llega a su final donde la niña se encuentra casi totalmente transparente que nadie la nota, comiendo sola y sin ningún compañero que le haga compañia a la hora del lonche. Sola en una mesa llega entonces otra niña, ‘la salvación’ y le saluda: hej!

Con ese hej! recobró toda su visibilidad y volvió al mundo de los visibles con esa frase tan única en el idioma sueco, hej!


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