1 de abril de 2003



Hay cosas que no cambian.

Ayer fui a comprarle un papalote a mi hija de nueve años, pero vaya, mejor terminé llevandome una sorpresa, como siempre, cada vez que salgo de compras en Suecia. Me sorprendio más realizar que a un soy un completamente extraño en este país a pesar de mis prontos seis años aquí y de los documentos que me comprueban como sueco. Un vil extranjero.

Y es que hay costumbres que no cambian. Dicen que Marzo es loco y Abril otro poco, bueno, eso me decia mi abuelita que eso decian, sabiendo sólo Dios, quienes sean esos que dicen. En fin. Por eso los papalotes son populares por estas fechas, se distingue por la sopladera de vientos tanto en México como los EEUU. Yo como organismo netamente Americano pienso que aún estoy ahí y ahí voy como perro en mi casa a comprar un papalote.

Llego y pregunto por uno, el vendedor que me mira con cara de turista desvalagado y como seña temprana de primavera me contestó: “Qué no. No los hay, si no que hasta Junio.” ¿Pero cómo? Contesto, incrédulo ante éste incomprensible rechazo ¡Si afuera hace un ventarrón! Como si fuera para todos claro, que ya, viento y papalotes a la venta. A lo que me contestó el vendedor ya molesto: “Pues no, ¿Qué le vamos a hacer?”, encongiendo sus hombros ya dandome como cliente perdido, queriendose deshacer de mi como si por arte de magia. Y es que aquí en Suecia todo tiene su tiempo y no saben trabajar fuera de él. Mucho menos si se trata de modas. Y los papalotes son una moda aquí, así que hasta que no esten de moda no podré comprar uno. Pinche suecos cabrones, ¿quién los entiende?

Hoy estoy en Småland. Esta semana, después regreso a Estocolmo, tomé el tren X2000. Se hace tres horas de Estocolmo a Småland. Salí a las 05:05am. Pero iba, como diciamos vulgarmente allá por mi juventud, con el culo en la mano. Y es que al bajar del tren tenía que tomar la burra, o buss como se le dice aquí. Me hacia falta un tostón para acompletar la tarifa del viaje, cuesta 23:- coronas, que equivalen como a 23 pesos más o menos, yo traia 22.50:-.

Aquí no te perdonan niun penny, n’ombre ya me la han hecho antes, así que de confiar en la bondad de la gente es eso un ejercicio inútil aquí. Aparte de que no te dejan subir, te la mientan con la mirada y te embarran de una mirada que te deja cochambroso por dentro. Una porque te atreviste a preguntar, sugerir, apelar a la bondad del chofer y otra por transgresor de las leyes, se baja uno cabizbajo y criminal. Son medios raros aquí, la neta.


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