13 de julio de 2007

Postscript

La observación entorno a la situación lingüística anteriormente expuesta surgió a partir de un funeral. Un viejo residente de Chula Vista petateo y fuimos al velorio. El convivio me dejo impresionado porque no esperaba un acto social de esa manera, alegre. El señor que falleció era residente del área desde hace mucho y todos los parientes era gente de ahí, fácilmente se podía ver hasta la cuarta generación mexicoamericanos pululando entre la reunión inesperada. La gente hablaba español común al área, ungido de ese cantadito peculiar de los cachanillas y hasta de varios giros locales tanto de Tijuana como de Chula Vista. Mas lo sorprendente fue como el español reinaba la mayoría de las conversaciones que flotaban sobre el cuerpo del cristiano que no era católico. Esperaba una reunión más pocha pero a juzgar de lo que mis parientes de la Bay Area me dicen hay mucha gente que ha vivido mucho ahí pero que no hablan ni jota de inglés, al ver el convivio del difunto no me quedó otra que constatar lo mismo. Mi pariente agregó que hasta una vez le echaron en cara porque decía ella que al hablar inglés la gente le decía que ya se creía mucho, que se creía la gringa.

Mis parientes vienen de otro lado de California, la California más europea donde el peso de integrarse a la sociedad es abrumador y hace que uno luche para conservar los rasgos de identidad que uno guarda a duras penas. Existe más presión por aparentar que uno es gringo de esos que ya se adaptaron al medio ambiente al grado de que hasta hay que negar que uno es moreno, bilingüe y de poca residencia ahí. Sí, allá hay que demostrar esa integración al hablar, poco español y sin ganas, se sabe algo pero se mira que el abandono los tiene atolondrados y el espacio de ser quién uno es se ve reducido y amenazado a cada rato por fuerzas que se imponen de las costumbres de la sociedad.

Haber pasado el corte fúnebre allá no se hubiere visto tanto parlanchín en castellano, de eso estoy seguro. Demostrar éxito 24/7 es la ley. En Chula Vista era normal poder discursar en español y los más integrados a lo gringo ni pestañaban ni les daba espasmos físicos por balbucear otro idioma aparte del inglés, o verse de repente entre tanto mexican, era 50-50 no problem. Se me hizo saludable, buena seña de confianza en uno mismo.



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